A Fernando Merlo (Málaga, 1952-1981) no le hace falta mucha presentación. Siempre recomiendo abrir páginas y entrar en canal, como niño que se adentra en el mar sin saber nadar… sobre todo cuando se trata de poesía. Con Merlo la invitación es doble. En el fraseo, en la sintaxis, está el contexto, la tierra, los amigos, las fotos que esperas ver en la contraportada. Hay que saltar sin red, sin el arnés del prejuicio o del prestigio. Si quieres saber más, lo sabrás. No te hará falta mirar en Wikipedias. Si quieres saber, sabrás.
Por eso mismo tampoco incidiría en la faceta maldita de Fernando, o en el marginalismo al que algunos quieren empujarle, más bien arrojarle. Fernando Merlo fue un gran poeta, vivió, murió, y todo lo demás sobra.
Lo breve de su vida, y de su obra, ayuda, como no, a que ésta goce de una honestidad y una coherencia (perdóname, Fernando) al que pocos pueden acceder: quizás Rimbaud y algún otro que dejaron los versos pronto. Pero uno no tiene la impresión de que Fernando dejara los versos pronto, porque lo que escribió sigue palpitando, sigue moviéndose en la página, lleno de una madurez precoz, de una lucidez devastadora.
Fernando sigue sonando vivo, rabioso, acelerado y enfermo… ahora.
“si este dolor no se llegara a comprender
Con qué manos entonces escribir hermosos versos
Con qué la cerilla que se apaga el precio
Demasiado alto para volver a encenderse”
El Árbol de Poe ha editado un antología que se clava en los dedos, que emociona al tacto. Guardo “El escatófago” como oro en paño, y bien es cierto que es una edición meritoria, actualmente difícil de conseguir, llena de imágenes y pistas sobre Merlo y sus desagravios. Pero “Todo está roto a la perfección” no nace de cualquier editorial, ni de cualquier imprenta. Francisco Cumpián, maestro impresor y poeta, ha sabido vestir los versos de su viejo amigo con humildad y tradición. Estos ejemplares encuadernados a mano son algo más que papel y tinta. Se respeta la disposición tipográfica de la primera edición de “Trepanación”, de 1973, y la introducción a cargo de Luis García de Ángela hace hincapié, y con acierto, en las distintas máscaras, en los distintos reflejos que Merlo arrojó de sí mismo, buscándose.
“¿has de esperar entonces la lluvia por el mar?
¿o son tus atardeceres los míos menos lluviosos?
¿vuelves a escribir después de este teatro?
¿qué materia?
Quien nada tiene que decir
Habla del verso
Comienzo a preguntarme qué tengo que decir
Estoy muerto cansando repudiado consumido”
A estas alturas de siglo pocos saben que existió un poeta malagueño llamado Fernando Merlo. Que estos 200 ejemplares sirvan para que sus versos viajen más lejos, y para que la fuerza de su visión, y de su búsqueda, permanezcan en estos tiempos marcados por la vanidad y la obsolescencia.
Todo sigue estando roto a la perfección, amigo Merlo.
“Pero yo, os lo juro, no estoy muerto;
Y no lo coloquéis a mis poemas:
“Aquí yace F. Merlo, fue poeta”.
(Poeta, sí, poeta con dos cuernos
enormes, como dos armas en vilo
dispuestas a morder, con agravantes
De chulo, de vulgar, y de asesino
De congéneres cursis, de elegantes
Poetisos de salón). Ahí queda el tiro,
Y a quien le haya jodido que se aguante”
PD:
1- Se trata del primer número de una nueva colección denominada “En picado”.
2- Imprescindible es también el especial dedicado a Fernando Merlo publicado recientemente por la revista “El Alambique”, en la que tanto Cumpián como Luis García de Ángela y otros nos regalan viñetas inéditas sobre su vida y obra.
http://www.fundacionalambique.com/index.php?option=com_content&view=article&id=312&Itemid=242
Emilio Lanzas