La Felguera es algo más que una editorial. Es una sociedad secreta. Sus agentes se encuentran dispersos en puntos estratégicos del planeta tierra, auscultando el pulso de cualquier movimiento telúrico o revolucionario. Este grupo de élite es comandado por Servando Rocha, un canario sonriente que aplica a sus intervenciones (en conferencias o entrevistas) un matiz siempre didáctico e histórico. Servando podría pasar por lo que en la universidad llamábamos un profesor loco, ese tipo especial que se desmarcaba del temario y nos contaba historias que no aparecían en ningún libro de texto. Servando es esa clase de profesor, y lo que nos cuenta a través de su labor como editor es una auténtica historia alternativa del mundo, tal y como lo conocemos.
Nuestro plan es sencillo: deseamos que nuestros secretos se comuniquen lo más ampliamente como sea posible, porque sabemos que nuestra audiencia rechaza someterse a reglas de ningún tipo. Desobedecer es la regla básica de nuestros secretos, revelando aquellos secretos mejor guardados. Jugando hasta el infinito.
(extraído de http://www.lafelguera.net/web/-rubrique10-.html)
En esta ocasión el compañero de juegos es Alan Moore, el genio de Northampton, autor de obras maestras como V de Vendetta, Promethea, Watchmen o From Hell.
En su libro nos habla de magia.
“Angeles Fósiles” fue escrito en 2002 para la revista KAOS, una publicación especializada en ocultismo. KAOS dejó de publicarse y el texto no llegó a aparecer. A partir de entonces empezó a difundirse en revistas underground dedicadas a similares menesteres: mundo mágico, oscurantismo y abracadabrismo en sus distintas vertientes.
Pero los seguidores de ritos ancestrales y fans de Alan Moore encontraron en “Angeles Fosiles” una especie de caballo de Troya: el texto se reía burlonamente tanto de Aleister Crowley y el Amanecer Dorado como del posterior revival nostálgico de ceremonismo decadente.
Alan rescata de “Things Near and Far”, la autobiografía del genial Arthur Machen, miembro de la Golden Dawn en su época, el siguiente extracto:
“si nos preguntamos por cualquier cosa vital, cualquier cosa que le pudiera importar un comino a cualquier ser razonable, la orden secreta no tenía nada que ofrecer, menos que nada(…). La sociedad en tanto que sociedad no era más que tontería pura, dedicada a formular abracabras impotentes e imbéciles. No sabía absolutamente nada sobre nada y escondía este hecho bajo rituales impresionantes y fraseología sonora”.
Tontería pura.
Aún así, Alan Moore nos hace dar un interesante paseo por la historia del ocultismo desde el corazón del asombro pero también desde un posterior escepticismo, una decepción anclada en la vacuidad del sentido, tal y como reflejaba Arthur Machen a principios del siglo XX.
Pero, de algún modo, Alan Moore consigue extraer de toda esa documentación oscura y sobrenatural su propia raison d´etre: la magia existe. La magia es algo real.
Y se encuentra en el arte.
Crear de la nada mundos, historias, personajes que terminarán siendo más reales incluso que aquello que nos rodea… ¿No es acaso eso la magia? Alan Moore incide no solo en esta visión, sino en el poder transformador de la creación artística, la capacidad del demiurgo de terminar incidiendo en el plano de la realidad.
Y en este plano Alan Moore se despacha a gusto con los gustos contemporáneos.
“Hay que decir que la cultura de masas moderna, en su mayor parte y desde la mayoría de perspectivas civilizadas, es un tupperware lleno de vómito. Los artistas de nuestro tiempo (de acuerdo, con unas cuantas excepciones notables) parecen decididos a reflejar esa vacuidad enorme e inflada y esa obsesión consiguiente con las meras superficies que encontramos en los gobiernos y los líderes de nuestra época.(…)El mundo del arte moderno de hoy en día comercia con conceptos llamativos y fáciles de comunicar, igual que esa otra disciplina emparentada (por medio de Charles Saatchi) que es la publicidad. Parece carecer de visión, o ciertamente de la capacidad de visión, y ofrece poco que pueda resultar nutritivo para la cultura que lo rodea, a la cual ya le va haciendo bastante falta una comida decente y vigorizante”.
“Ángeles Fósiles” se convierte, desde entonces, en una llamada a las armas: agarrad vuestros lápices, micrófonos y pinceles. Dibujad, cantad y escribid. Abrid nuevos caminos, inventad nuevos mundos. Tratad a vuestro arte como algo sagrado, porque sois (no os quepa la menor duda) Dioses. Atravesad el fuego de la creación y brillad en la oscuridad.
I have no need for your sweet world
No need for your hell
I have no need for anything
I am God
I know someone happy
I am God
(The Virgin Prunes)
Emilio Lanzas