EDI CLAVO, batería de los míticos Gabinete Caligari, describe con solvencia y buena pluma algunos de los conciertos más relevantes a los que ha asistido: pocos pueden presumir de haber visto a los Ramones en el 1980, Siouxsie & The Banshees en 1983, Neil Young en 1987 o Nirvana en el 94.
Como era de esperar, las crónicas de conciertos, por riguroso orden cronológico, marcan el ritmo de la narración, pero la melodía principal empieza a desgranarse desde los dedos de la memoria de Edi Clavo: detrás de cada canción, cada nombre de garito, cada bolo, hay una historia, y Edi se encarga de diseccionar cada momento con pelos y señales: desde sus primeros pinitos en el mundo de la música, en los setenta, en grupos tardo-hippies y mods, hasta la formación de unos precoces Gabinete Caligari, en los primeros 80, de clara influencia afterpunk (The Cure, Killing Joke, Siouxsie).
Posteriormente Gabinete sufrirían una reconversión, previo paso por la mili, y transformarían su sonido siniestro en un rock menos sofisticado pero igual de solvente que pasaría a denominarse “torero”: referencias obvias a lo castizo, en una inédita mezcla entre tradición y modernidad y, en cuanto a lo estético, predilección por las camisas con chorreras, las patillas en forma de hacha y el paisaje de spaguetti-western almeriense.
En los siguientes años (desde 1983 hasta 1990) asistiremos a la imparable ascensión de uno de los grupos más vitoreados de los 80: pocos pueblos de este país no han sido visitados por Gabinete Caligari en su fiesta mayor. Veranos llenos de galas, presencia constante en medios, números 1 en los 40 Principales, imitaciones de Martes y 13.
¿Toda la culpa fue del cha cha cha?
La historia de Gabinete Caligari corre paralela a la de la España obsoleta que surge después de la transición: cultura subvencionada, atrasos evidentes mezclados por un provincianismo vestido de vanguardismo. Edi describe con lucidez y sin excusas, ya en los primeros 90, tanto la decadencia de Gabinete Caligari como de la escena musical en general surgida de los años de “la movida”.
Una visión amarga, transparente, a ratos divertida, sin mitificaciones (o solo con las justas), meticuloso en la descripción, con una sorprendente cantidad de detalles, fechas y nombres, que lo convierten en uno de los mejores libros sobre música que servidor ha tenido el placer de leer en los últimos años.
Emilio Lanzas