Diario librero de Berni, 21 de junio de 2023
«Somos una anomalía». Eso dijo José Antonio hace hoy una semana en el encuentro organizado por el Centro Andaluz de las Letras que le reunió con Noelia Clavero, gerente de Librería Rayuela, y Jesús Otaola, gerente de Librería Proteo.
«La realidad que yo percibo del mundo de las librerías es que nos hemos convertido en una absoluta anomalía. No deberíamos existir. El libro no debería haber sobrevivido a las profecías de Frankfurt que hace quince años, donde se decía que por esta época el formato digital iba a ser el 80% de las ventas, que las del libro en papel se iban a reducir casi al 20% (y ahí están las hemerotecas)… Somos una anomalía porque, a pesar de que se vendan ocho o diez millones de móviles todos los años, se siguen vendiendo libros.»
Un «espacio sin humos»
¿Pero en qué se sostiene esta anomalía? En opinión de José Antonio, «la anomalía básicamente creo que es porque nos hemos convertido en un «espacio sin humos». Es decir: nos hemos convertido en un espacio analógico, donde no prima lo digital. Somos un «espacio sin humos» donde los lectores se encuentran desintoxicados en el sentido analógico (si lo hubiera) de la palabra; donde el móvil no tiene sentido y (un poco continuando lo que se llama ‘el efecto aldea‘) se va a hablar. La especie humana necesita la conversación y las librerías nos hemos convertido en ese «espacio sin humos» donde uno encuentra al igual y, además, el teléfono móvil no es una ventaja competitiva. (…) Nos tenemos que desnudar digitalmente a ese espacio que nos libera, o nos reencuentra con ese animal [social] que seguimos siendo; donde tocarte, hablarte, recomendarte de viva voz lo que realmente nos gusta…»
Y prueba de ello hemos podido verlo en las cuatro últimas presentaciones que hemos tenido en la librería hasta la fecha, todas después de que escuchara estas palabras, las cuatro con una buena asistencia de público.
Para algunos, las presentaciones de libros son un formato obsoleto que dan más trabajo que otra cosa, máxime en Málaga con la cantidad de presentaciones de libros que hay cada semana en diferentes espacios.
Se entiende que para nosotros, con un promedio anual de dos presentaciones a la semana, no es el caso.
Un espacio donde tocarse
Más allá de la asistencia de público, este pasado jueves pude comprobar lo certero de las palabras de José Antonio, por ejemplo, en los dos abrazos que Borja Hernández y Nando López se dieron al final de la presentación de Los Elegidos, antes y después de que Nando le dijera a Borja: «una maravilla presentar contigo y compartir camino».
Un Nando López que, al día siguiente escribiría en un tuit que «somos casa», considero que una de las mejores cosas que nos pueden decir.
La especie humana necesita conversación
«Muchísimas gracias a Luces, como siempre, por ser casa», diría también Cristina Consuegra este pasado lunes al comienzo de la conversación sobre inteligencia artificial generativa y mutaciones en museografía y gestión cultural del siglo XXI que tuvo con Javier Pantoja (jefe del Área de Desarrollo Digital del Museo Nacional del Prado) y el escritor Jorge Carrión. Conversación en la que Carrión afirmaría que el Chat GPT-3 lo ha cambiado todo de un modo muy inesperado precisamente porque es conversacional: «crea la ilusión de que hablas con alguien. No hablas con nacie, no hablas con nada: hablas con una generación estadística del lenguaje.»
Un espacio donde uno encuentra al igual
Como en casa se sintió también la escritora Bárbara Gil este pasado viernes en su vuelta a Málaga (y a Luces)dos años después de su última visita. Y es que Bárbara, autora de cuadernos de escritura como son Tu novela o El reto Bradbury, empezó hace años dando clases de escritura en nuestra librería.
«Quería daros las gracias por estar hoy aquí. Bueno, sabía que ibais a estar porque nos queremos mucho y nos echamos mucho de menos», dijo emocionada en la presentación de La leyenda del volcán, su nueva novela.
Un espacio donde recomendarte de viva voz lo que realmente nos gusta
Un reencuentro emocionante como el que tuvo lugar el sábado entre el profesor y escritor Manuel Azuaga con uno de los asistentes, que resultó ser un amigo de la infancia al que no veía desde hacía, al menos, treinta años. Un Manuel Azuaga que vino a presentar su último libro, Mas cuentos, jaques y leyendas, que recoge historias de la que es su pasión: el ajedrez.
En definitiva
«A los lectores nos reconforta la lectura. Nos pones los pies en el suelo. Nos hace sentir lo que somos», afirmó José Antonio el pasado miércoles… Todo (por qué las librerías somos una anomalía, por qué se mantiene el libro en papel, por qué nos reconforta la lectura) considero que se debe a dos cosas que proporcionamos; se concentra dos palabras que, desde que las leyera el año pasado en Las rosas de Orwell, tengo siempre muy presentes (porque, además, es que van muy conmigo; pero ya volveré a esto en otra ocasión): aliento y refugio.
«Los seres humanos necesitamos aliento y refugio», escribe Rebecca Solnit en su libro. Dos cosas de las que, diría que todos, en estos tiempos que corren, venimos andando bastante faltos.