Reseña de Virginia López Cueto
Intimidades empieza cuando su protagonista, que no se siente de ninguna parte y empieza (una vez más) una nueva vida en el destino que la propia vida le plantea, se traslada de Nueva York a La Haya para trabajar como intérprete en el Tribunal Penal Internacional.
Se trata de una historia de conocimiento y examen de la ciudad, de observación de sus calles y la gente que allí vive. A través de sus páginas se adentra en las profundidades de La Haya, en las interioridades de la misma. Y en el transcurso de la lectura vamos descubriendo una novela sencilla, sin una trama complicada, pero que transmite esa sensación de soledad y vacío que es el empezar una nueva vida en un lugar, así como lo que es mantener nuevas relaciones de amistad o de pareja.
Esa intimidad comienza cuando la nombran traductora de un criminal de guerra que es juzgado en ese momento, al afrontar la dificultad de ese trabajo al poner en su boca las palabras de un genocida y establecer el nexo de unión que necesariamente ha de mantener con él. A ello se le suma la ausencia de su pareja y la soledad que siente en esos momentos, que le hace replantearse si su sitio es ese o debe buscar un destino nuevo.
Lo que sorprende de la autora es que, con un lenguaje sencillo, sin complejidad, hace que sintamos ese desarraigo: su tristeza, su anhelo de compañía… Una crítica a la sociedad, al abuso de poder y a la justicia a través de un personaje observador sumamente sensible de su mundo.