En los tiempos del like y el emoticono instantáneo, del reconocimiento exprés y el olvido perpetuo, los autores que se arriesgan a no gustar son los menos. Difícil encontrar literatura peligrosa, literatura que desestabilice, que se salte las normas no por llamar la atención, sino por una necesidad vital. Eso que en otros tiempos llamábamos un escritor, y que se ha reconvertido actualmente en un publicista que escribe.
Es una pena que J. G. Ballard sea un autor tan olvidado cuando la realidad contemporánea es cada vez más ballardiana. ¿Que qué significa el adjetivo ballardiano? Miremos a nuestro alrededor: neurosis colectiva, pandemia mundial, posverdad, ruinas de una civilización sobre la que se proyecta una imagen virtual, casi alucinatoria…
Ballard casi no leía novelas, solo libros científicos y biografías, algunas de ellas bastante amarillistas; y por eso las suyas carecían de atractivos narrativos más propios del thriller/guiones cinematográficos pseudo-ocultos. En cambio, el ensayo camuflado y la biografía travestida tomaban su lugar, y la patología como argumento atravesaba las páginas hasta un final que nunca podía satisfacer al lector habitual. No hay revelación en la última página, la ausencia de giros narrativos es palpable, el perfil psicológico de los personajes roza la autopsia forense.
Beatriz García Guirado y Andreu Navarra saben bien todo esto pues lo plasman a la perfección en Ballard Reloaded, un experimento narrativo que es algo más que un tributo al escritor inglés: es una apropiación de su universo, incluso de sus estructuras preferidas (esos capítulos cortos autotitulados á la «Exhibición de atrocidades»), actualizándolo en las coordenadas actuales de la realidad. En varios lugares del libro se menciona que Ballard, fallecido en 2009, hubiese adorado vivir estos tiempos: el simulacro que ha sustituido a la realidad era uno de sus temas predilectos.
Enhorabuena a la joven editorial H & O Editores, fundada en 2016, por atreverse a editar tanto esta obra como otras especialmente destacables de su catálogo, que incluye nombres como William T. Vollmann, Blixa Bargeld o Gregóire Boullier.