Escrita por María José López
Medio siglo hace ya desde que se publicara por primera vez la novela de Colin Higgins, Harold y
Maude, al mismo tiempo en que se convertía en película de culto dirigida por Hal Ashby.
A lo largo de sus noventa y cinco páginas se desarrolla una maravillosa historia de amor, que no
entiende de reglas, de convencionalismos estéticos ni morales, una historia que hoy día resultaría
inverosímil si no fuese porque los temas que se tratan en esta novela siguen gozando de la misma
actualidad que entonces.
La soledad que experimenta el joven Harold, le lleva a simular continuos suicidios para captar la
distraída atención de una madre egocéntrica, quien lejos de mostrar cariño sólo impone soluciones
tan poco prácticas como carentes de compromiso hacía lo que debiera ser un amor incondicional
madre-hijo. En el polo opuesto, está Maude, una mujer octogenaria que ya ha iniciado su propia
cuenta atrás, exprimiendo la vida, sin desaprovechar ningún pequeño tesoro hasta llegar a ese día
en que se convierta en recuerdo. Y así, mientras uno se olvida de vivir, la otra se aferra a la vida
como si no hubiese un mañana. Y ambos se complementan.
“Prueba algo nuevo todos los días. Al fin y al cabo, nos dan la vida para descubrirla. Y no dura
eternamente”, éste, que es uno de los lemas de la protagonista, es sin duda, el hilo conductor de la
novela. La finitud de la vida y de nuestras experiencias. Una obra inspiradora, escrita con un
lenguaje sencillo y directo, en clave de humor aunque con ciertos momentos de gran crudeza.
A lo largo de todo el relato se impone la dualidad entre la vida y la muerte. Las ganas de vivir hasta
las últimas consecuencias, dejando que la vida te sorprenda y captando toda aquella belleza que
puede parecer insignificante o pasar desapercibida para quien vive deprisa, choca de frente con la
apatía hacia la vida, la falta de amor y de comprensión, de cariño y empatía, tan necesarios hoy en
día, donde la velocidad a la que nos movemos nos impiden disfrutar de una buena conversación, el
sonido del viento, una caricia, un gesto de amor desinteresado. En medio de estas dos realidades,
se encuentran ellos, Harold y Maude, la pareja perfecta. Todo eso representan ellos: la esperanza
en el mañana, la creencia en el Ahora, pero también encarnan la libertad sin prejuicios, libres de
convencionalismos sociales.
Una obra conmovedora, donde el amor y la sencillez logran que se evaporen esas ganas de
desaparecer del mundo, que todos en algún momento experimentamos, resurjan ilusiones y
nuevas esperanzas, se aprenda a valorar el sentido de la vida, del trabajo desinteresado, la música,
el silencio, un atardecer, una conversación serena, la diversión de una travesura. En definitiva, una
historia que nos acerca a lo que es la vida en las horas felices y en aquellas en las que se apaga la
luz, para hacernos entender a través de todo el relato, que todo pasa, que por muy dulce o amargo
que se presente el trago, ese también pasará.
Escrita en 1971, esta novela no pasa de moda. En estos tiempos, en los que se impone la cultura de
lo rápido, el consumismo, el tener más para ser mejor, el mirar sólo nuestro ombligo como si todo
girara a nuestro alrededor, sumidos en el individualismo, Harold y Maude se convierte en una
lectura imprescindible, tanto para aquellos que aman la vida, como para quienes simplemente la
ven pasar. Una novela grande en el amplio sentido de la palabra, que nos invita a reflexionar
sobre cómo Vivir y Morir y cómo hacerlo es una elección personal, donde al final, lo importante
es DEJAR AMOR EN LOS RECUERDOS.