Escrita por Marina García Mérida
Lees. Levantas la vista. Reflexionas. Te sientes identificado. Pocas obras consiguen que el lector se vea reflejado en ellas. El debut de la malagueña Laura Carneros es un retrato intimista atípico que funciona como un espejo de esa generación que no ha encontrado su sitio. Proletaria consentida es una atrevida obra con un título inusual, dos palabras que gritan desde una cubierta amarilla, sencilla, con la silueta de una niña con diadema y cuello sembrado de flores.
La ópera prima de Carneros la forman 140 páginas de brevísimos episodios en los que se habla sin complejos de relaciones. Las hay de todo tipo: de familia, de amigos, de pareja, de trabajo. Todas ellas crecen, se enredan en el alma, echan raíces. Se quedan.
Cada elemento de este peculiar libro fluye despacio. No hay prisa por llegar a ningún desenlace. El ir y venir de Lidia, la protagonista, álter ego de su escritora, nos conduce por diferentes derroteros. Lo dramático, como la pérdida de los abuelos, vacío inmenso, es contado con esa gracia que pocos autores dominan, logrando que sonrías a pesar de lo trágico de la situación relatada.
El título del libro es un juego de términos que resume lo que padece y siente la protagonista. «Eñe de Rapiña», «Cadáveres de flores», «Deshuesado a mano» o «Carbonara congelada» son algunos de los nombres de los episodios a los que da vida Carneros, quien también habla de dificultades económicas, así como del cuidado intrafamiliar. Charla de relaciones materno-filiales sin miedo. Suelta lastre. Comparte la pena que la ata a la tierra. Así pesa menos, dicen. Y debe ser verdad.
Los capítulos escatológicos, aquellos que hablan de sexo, visitas al ginecólogo o infecciones urinarias, merecen un punto y aparte. Son, posiblemente, los mejores del conjunto. En realidad, cada uno de estos episodios puede leerse por separado: todos funcionan de manera independiente. Es curioso este hecho, pues nuestra protagonista, precisamente, lo que quiere y no puede es ser libre, volar, como un despreocupado pájaro, como esos que ve aletear desde su ventana.
En sus páginas, además, se respira ese amor por el séptimo arte. Leerlo y anotar sus recomendaciones es casi tarea obligada. Esta obra también cuenta con una BSO. Suenan las voces femeninas de Xuxa Park o Madonna.
El libro Proletaria consentida se lee sin darse uno cuenta. Te absorbe, te arrastra alejándote de la vorágine de la rutina. Laura Carneros es dura, es crítica consigo misma y con lo que le rodea, y por eso merece la pena, porque, a pesar de todo, es un soplo de aire fresco en medio de la desesperación. Es una risa tonta, es una original manera de relatar ese «yo» que anda perdido y que todos hemos sentido alguna vez. Y está muy bien escrita. El estilo directo, el lenguaje sencillo, pero tan bien cuidado, la poesía que se desprende de sus metáforas diarias. Todo aquí merece la pena. Proletaria consentida es la rutina narrada de una manera extraordinaria.
La obra de la periodista malagueña se enmarca en la editorial Caballo de Troya, en una colección teñida de amarillo dirigida por el cineasta Jonás Trueba. Son autores noveles que, no cabe duda, tienen mucho que contar. Esto, seguro, es solo el principio.