Reseña de Curro García Entrambasaguas
Un joven escritor inicia una investigación acerca de un misterioso personaje llamado T.C. Elimane, de origen senegalés, autor de un único y controvertido libro publicado en la antesala de la Segunda Guerra Mundial, un libro maldito que continúa completamente desaparecido. Se trata de un asunto que acompaña al protagonista desde su niñez en su país de origen cuando estudiaba historia de la literatura negra y para el cual parecía improbable encontrar respuesta alguna. Sin embargo, en su juventud, ya en Francia, tiene la suerte de seguirle la pista y tirar de un hilo que se irá multiplicando y le llevará de Francia a Ámsterdam y de vuelta a sus orígenes, Senegal. Pese a la presencia de un claro protagonista, sus pesquisas le darán a conocer una gran variedad de testimonios relacionados con Elimane que prácticamente convierten a la novela en una novela coral, con gran variedad de historias dentro de una sola.
La más recóndita memoria de los hombres es una obra literaria de gran complejidad y bien armada, que no hace perder interés por la investigación y en la que se encuadran múltiples narraciones de diferentes tonalidades, tanto fabulosas, mágicas, políticas, históricas… No obstante, detrás de todo esto parecen estar una serie de preguntas fundamentales en torno a la literatura, un qué, un para qué y un por qué, pero, sobre todo, un quién. Algo que la propia novela plantea constantemente y que trata de responder de múltiples formas mediante la propia historia narrativa que está contando, explicándose a sí misma y hasta se podría decir que «autojustificándose». Demostrando que quizás la mejor forma de explicar por qué se escribe es escribiendo.
Pues lo que se encuentra de fondo desde el principio del libro hasta el final es el tema de la obsesión en múltiples formas y, principalmente, como un motor de vida y de creación. La obsesión como mitificación, dadora de valores mágicos a lo que persigue, a aquello por lo que se obsesiona. En cierto modo, en la novela se refleja la idea de que un buen escritor tiene necesidad de escribir, aunque no tenga sentido, aunque no le espere al final de su labor «El Gran Libro»; aunque le aleje de vivir, o no se le entienda, se le desvirtúe o se centren en quién lo escribe más que en lo escrito. Un escritor es un creador y crea también justificaciones para su inane necesidad. Quizás se puede decir que esta novela parece ir a los bastidores de una obra literaria, lo que se encuentra detrás de toda obra, es decir, en el escritor. Y consigue hacerlo por medio de una historia acerca de la obsesión, principalmente de un hombre, un joven escritor y varios personajes más hacia otro escritor obsesionado con la escritura. Todo en un círculo. Vemos como todos los personajes de la novela persiguen algo y su vida se centra en esa persecución y, quizás, al final no hay nada comparable al esfuerzo y a la intensidad del camino hasta ese fin. Al final nada es para tanto porque ese tanto estaba antes, en el trayecto, donde la falta de respuestas, el misterio y el deseo dan valor y sentido a la persecución. Al final lo que queda es el camino y el camino es la búsqueda, lo que hace que empiece y lo impulsa a seguir, más que lo buscado.
Pese a esto y a que el tema de la obsesión esté siempre de fondo, la historia no deja claro nada; no da respuestas, solo preguntas. ¿El autor o la obra? ¿La vida o la escritura? ¿La obsesión del escritor le hace olvidarse de vivir? ¿Una obra realmente habla de su autor? ¿Es posible una obra universal para el ser humano? Y precisamente por eso habla de todo, porque pasa por muchas posibilidades, por muchas respuestas que no tienen por qué ser ninguna la única válida con respecto a una pregunta.
Sin embargo, se trata de una novela que aborda mucho más. La cuestión acerca de la idiosincrasia del exiliado, el ser humano exiliado y el escritor exiliado. La existencia entre varias culturas y los tiras y aflojas entre estas, de exclusión y aceptación —tanto a nivel vital como relativo a la propia literatura— que adopta la tradición y pretende tener éxito en una cultura ajena, y que a la vez no quiere perderse por completo en ella y mantenerse fiel a la propia sin olvidar sus raíces. Y, a su vez, la tensión entre la necesidad de adoptar una cultura y el rechazo que desde esta se tiene hacia él, por lo que la adopción nunca es completa, tanto a nivel externo como propio. Algo que se ve reflejado en varios momentos históricos y de importancia en el desarrollo del colonialismo y del proceso de descolonización, gracias a los distintos momentos temporales que abarca la novela.
Todo esto, tanto la cuestión reflexiva sobre la literatura y la cuestión social –y a la vez literaria– de la inmigración, se observa a raíz de la mirada de la juventud. Una juventud con grandes ambiciones y desafíos, así como dificultades. No se trata solo de la tensión entre una cultura de origen y otra de llegada y dominante, sino de la tensión entre la tradición y lo nuevo, de romper con las formas ya trilladas y aportar algo nuevo.
En definitiva, la cuestión acerca de la naturaleza de la literatura y del literato se encuentra siempre de fondo y de manera constante. Pese a esto considero que es una novela más grande que dicho tema. Tal y como advierte un amigo del protagonista a este mismo al principio de la trama: «un gran libro no habla nunca de otra cosa que de nada, y sin embargo está todo en él». Creo que lo que realmente sucede cuando intentamos hablar de lo que trata un gran libro no es que este no hable de nada y a la vez de todo, sino que no pretende llegar a ningún lado, no tiene conclusión, plantea preguntas y evita la inútil obcecación de responder alguna cuestión realmente importante. La archiconocida idea de: no es el destino sino el viaje. Y al hablar de qué trata el libro le damos una conclusión, un sentido, una pregunta principal que requiere una respuesta. Inevitablemente damos más valor a un supuesto destino y desmerecemos el viaje, donde suelen haber múltiples temas, preguntas, respuestas y conclusiones.
Por tanto, la impresión de que esta novela trate de responder a la cuestión de qué es la literatura es una contradicción. Sugiero más bien disfrutar del viaje.