PENAS Y PERSONAS: 2810 DÍAS EN LAS PRISIONES ESPAÑOLAS, de Mercedes Gallizo

Penas y personas. Mercedes Gallizo

Penas y personas: 2810 días en las prisiones españolas

Mercedes Gallizo

 

Odia el delito y compadece al delincuente.

La cita es de Concepción Arenal, y Mercedes Gallizo, la que fuera durante casi ocho años Directora General de Prisiones, la recoge en este libro junto con una selección de las cartas que recibió de presos que solicitaban su ayuda para sus situaciones particulares. Con ellas nos abre las puertas a un mundo que nos es ajeno al común de los mortales.

Un mundo, todo lo que sigue según la autora, sobreocupado por delincuentes que, comprensiblemente, nos producen rechazo social o despiertan nuestros miedos. En el que pelear con la burocracia es siempre costoso y antipático. Donde, según la ley, se tiene derecho a un tratamiento individualizado pero, a la par, el sistema es implacable y bloquea la personalización. Un lugar cargado de normas y deberes que invitan a la confusión por escapar su sentido a la comprensión, o por su variada aplicación e interpretación según el centro. Donde los recursos económicos ayudan a eludir responsabilidades penales por los actos que se hayan cometido y en el que en ocasiones no se puede ofrecer con garantías que la ley se aplique de manera proporcionada e igualitaria a todas las personas. Un lugar en el que se tiende a aplicar la doctrina del general Mola: sembrar el terror para intimidar otras posibles rebeldías.

Si releen el párrafo y lo piensan no dista tanto de nuestra realidad como creemos. Es comprensible. Al fin y al cabo, los presos acaban encarcelados por la aplicación de nuestras leyes y son un producto de nuestra sociedad, el lado feo, oscuro y sucio que nadie quiere ver. Sus razones para delinquir provienen de ella: las adicciones adquiridas, la situación familiar vivida, la insuficiente educación recibida (hay que abrir escuelas para cerrar cárceles)… Por eso comprenderles nos ayuda a comprendernos.

O creenmos que nuestra función sirve para modificar al delincuente o no lo creemos. En el caso de no tener esta fe, todas las mazmorras y el repertorio de castigos será poco. Si tenemos, en cambio, esa fe, hay que dar al hombre trato de hombre, no de alimaña.

Esta es de Victoria Kent, quien también fuera directora General de Prisiones en 1931. Las cartas de los presos nos enseñan que son delincuentes pero que también son humanos. Pueden tener familia por la que se preocupan, sentirse desesperados, haberse rehabilitado de sus adicciones, ser extranjeros en una tierra que no han pisado más allá del aeropuerto donde les detuvieron, estar cumpliendo con la ley pero no viviendo una situación legítima… Algunos quizá exageren o mientan pero eso tampoco deja de ser humano… Generalmente son personas sin recursos, una gran parte se vuelven conocedores de la legislación penitenciaria y la mayoría resultan, ante todo, muy agradecidos cuando se les escucha y se les responde… Mercedes nos las muestra, entiendo yo que además de para invitarnos a la reflexión, para ayudarnos a comprender. Porque tememos lo que no comprendemos. Porque difícil cabida tiene el respeto donde no hay comprensión. Porque donde no hay respeto se produce rechazo. Y porque, de nuevo palabras de la autora, aunque creamos que nos es ajeno la humanidad es justamente eso, saber que nada humano nos es ajeno.

Penas y Personas. Pienso que el título está bien escogido. Trata tanto de las penas que les han impuesto por incumplir la ley como de las que sufren por no poder cumplir condena en el mismo centro penitenciario que su pareja, por no conseguírsele un puesto de trabajo con el que poder mandar algo de dinero a su familia, por quitarle su plaza en un módulo de respeto al perder la confianza del centro, por no concederle un tercer grado que le permita salir a trabajar para alimentar a cinco de sus hijos que comen en comedores de Caritas… Y son situaciones reales de personas con un derecho a la reeducación y la reinserción social que se queda en la teoría porque en la práctica la situación es muy distinta por la sobreocupación y impersonalización del sistema antes mecionadas.

Es mediante las personas, consideradas una a una, como conocemos de verdad lo que pasa en el mundo.

Esta última cita es de la propia Mercedes Gallizo pero estoy seguro que Concepción Arenal y Victoria Kent la suscribirían. De eso trata este libro, de mostrarnos una a una a personas de ese mundo para que conozcamos su verdad. Las conclusiones que saquemos, la utilidad que le demos, la opinión que nos formemos, todo eso queda ya a criterio de cada uno pero, resulte lo que resulte, de su lectura nada resta. En todo caso suma para ser más humano.